La tercera forma

Las raíces del espacio de coworking son antiguas: en el siglo XV, las bottegas (talleres de artistas) ya eran espacios de colaboración en los que se respiraba un espíritu de innovación y colaboración entre docentes y aprendices: el espacio de coworking perpetúa una tradición de comunidad de trabajo.

Hoy en día el coworking es una nueva organización de trabajo que traduce una cierta cantidad de cambios. Los espacios de coworking son lugares para la producción económica, haciendo hincapié en la inteligencia del colectivo, que permite a sus miembros compartir sus ideas y prácticas para estimular la transferencia de conocimiento, relacionada con las habilidades y construir vínculos sostenibles entre las personas.

La innovación es una de las características principales de los espacios de coworking que se dirigen hacia el futuro y contribuyen a la co-creación entre los actores del mundo del mañana de bienes y servicios que hacen avanzar al mundo.

Pero, sobre todo, ya están concebidos esencialmente como lugares de intercambio y colaboración, es decir, como lugares de trabajo que también son lugares de vida y cuya dimensión social es el corazón que lo hace funcionar. En este sentido podemos hablar de «third way» (la tercera forma).

De hecho, los espacios de coworking son lugares que crean nuevas solidaridades y fuertes lazos sociales. Están en el corazón de la innovación social porque son lugares que producen profundamente ideas, conceptos, formas de hacer las cosas y solidaridad.

Conscientes de su potencial, algunas de estas «terceras formas» trabajan para mejorar los caminos de colaboración e intercambio: se trata de facilitar la cooperación y cruzar mundos que trabajan en lugares fragmentados para reunir recursos y competencias con una visión centrada en la inteligencia colectiva.

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